Implica una perspectiva ingenua e intolerante ante ciertas situaciones de la vida, generalmente incomodas o desagradables. Entonces una persona que no haya desarrollado la madurez o la inteligencia emocional adecuada tendrá dificultades ante el sufrimiento (dolor) la frustración (perdida) y la incertidumbre ( no saber que va a pasar en el futuro).
Ser abultadamente frágil, ser excesivamente inocente, o no tener experiencias mininas en el amor, podrían ser sinónimos de inmadurez emocional, sin embargo es más que esto, cuando pienses en inmadurez piensa en ¨falta de autocontrol en tus emociones¨ es decir la incapacidad de tolerar las emociones que experimentas, llamadas cólera, impotencia, miedo, inseguridad, desconfianza, y dicho de otra manera, algunas personas pueden ser brillantes en sus trabajos, y en su profesión, pero en el amor, son absolutamente inmaduros.
Ocurre que en el amor hacia la pareja, cuando eres más inmaduro mas te apegas o te aferras a esa persona, ¨porque crees que ese amor te dará la vida que tú mismo no puedes darte¨ crees que ¨el verdadero amor consiste en que te amen, sin importar lo que tú puedas sentir¨.
Cierto es que cuando uno ama, el otro se vuelve importante en tu vida, pero cierto también es que ¨no debería ser el centro de tu mundo¨ por la simple razón ¨nadie tiene ese privilegio¨.
El apego es una clara demostración de dependencia emocional, es decir de inseguridad o de inmadurez emocional. Cuando estamos en pareja vivimos la interdependencia, es decir planeamos el proyecto de vida juntos, a partir de cada necesidad individual, y no anulando tus necesidades por el otro.
Existen 3 señales de apego y de inmadurez emocional en una pareja:
Bajos umbrales para el sufrimiento;
No todos los seres humanos tenemos los mínimos umbrales de tolerancia, las personas somos diferentes en el modo de amar, de sentir y expresar el amor, de sentir la frustración o evitarla. Hay personas que son capaces de aguantar una cirugía sin anestesia o de desvincularse rápidamente de una persona que ama porque no le conviene, mientras que hay otras que hay que sedarlas, obligarlas o empujarlas a que terminen con una relación toxica.
El pensamiento de una persona que tiene poca tolerancia al dolor es: ¨No soy capaz de renunciar al placer/bienestar/seguridad que me brinda la persona que amo y soportar su ausencia. No tengo tolerancia al dolor. No importa que tan dañina o poco recomendable sea la relación, no quiero sufrir la perdida. Definitivamente, soy débil. No estoy preparado para sufrir¨
El mundo tiene o debería girar a mí alrededor;
Si las cosas no son como me gustaría que fueran, me da rabia. Me da el patatús o el berrinche emocional. Tolerar la frustración de que no siempre podemos obtener lo que esperamos, implica saber perder y resignarse cuando no hay nada que hacer. Significa ser capaz de elaborar duelos, procesar perdidas y aceptar, aunque sea a regañadientes, que la vida no gira a nuestro alrededor. Lo infantil reside en la incapacidad de admitir que no se puede.
La ilusión de permanencia;
Casi todos deseamos un amor eterno, ¿pero te has preguntado si realmente se puede? ¿Realmente todos lo logran? o ¿solo pasa en las películas? La mayoría de personas inmaduras tratan de aferrarse a la idea de lo ¨estable y permanentemente seguro¨ como si las personas y los sentimientos no cambiaran con el tiempo. Todo esfuerzo por depender y hacer que la otra personad dependa de ti, es una forma de anular la relación y quitarle vida propia. Algunas personas asfixian a sus parejas controlándolas, llamándolas todo el día, y otorgando permisos hasta para sus salidas con el amigo(a).
En conclusión, el pensamiento central de las personas inmaduras para el amor, que son dependientes emocionalmente y que esclavizan a sus parejas es:
¨Es imposible que nos dejemos de querer nuestro amor es para toda la vida¨
En cambio las personas maduras trabajan día a día su relación de pareja, y nada es seguro, aman pensando en el hoy.
Aman y se aprecian, respetando lo diferente que son, pero a la vez se complementan en un todo integrado. Entonces que tienes en tu vida ¿media naranja o medio limón?.
La frustración es el sentimiento que surge cuando no logramos nuestros deseos.
De
acuerdo a la intensidad de la frustración y a nuestras propias
características personales, reaccionamos con molestia, ansiedad,
depresión, angustia, enojo, etc.
La base del problema no está en el dolor y la frustración que vivimos, sino en nuestra actitud ante ellos.
Actuamos
como si el malestar y el sufrimiento pudieran acabar con nosotros. Y
creemos que estas emociones no deben de ser parte de nuestra vida.
Tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que tenemos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que nos causan.
La baja tolerancia a la frustración está relacionada con dos elementos:
Tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que tenemos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que nos causan.
La baja tolerancia a la frustración está relacionada con dos elementos:
1) Una percepción equivocada y exagerada de la situación que estamos viviendo.
2) La creencia de que es horrible vivir el malestar y no lo podemos ni queremos aguantar.
es una habilidad que se desarrolla.
La frustración es parte de la vida.
No podemos evitarla, pero si podemos aprender a manejarla y a superarla.
No podemos evitarla, pero si podemos aprender a manejarla y a superarla.
Generalmente es en la infancia cuando aprendemos a tolerar la frustración.
Cuando un niño es muy pequeño, cree que el mundo gira alrededor de él.
Piensa que se merece todo lo que quiere, en el momento en que lo quiere.
No sabe esperar, porque no tiene el concepto de tiempo, ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de los demás.
Por eso, cualquier límite o cualquier cosa que le niegan, lo siente como algo injusto y terrible.
No puede entender por qué no le dan lo que él desea.
Se siente frustrado y despojado de lo que "necesita" en ese instante.
No tiene las herramientas para eliminar, disminuir o tolerar su malestar.
Si los padres o las demás personas le dan siempre lo que pide y en el momento en que lo hace, no aprende a "aguantar" la molestia que le provoca la espera o la negación de sus deseos.
Al llegar a la edad adulta, sigue sintiéndose mal ante cualquier límite o ante la necesidad de posponer una satisfacción.
Siente que necesita eliminar inmediatamente dicho malestar.
¿Cómo?
Piensa que se merece todo lo que quiere, en el momento en que lo quiere.
No sabe esperar, porque no tiene el concepto de tiempo, ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de los demás.
Por eso, cualquier límite o cualquier cosa que le niegan, lo siente como algo injusto y terrible.
No puede entender por qué no le dan lo que él desea.
Se siente frustrado y despojado de lo que "necesita" en ese instante.
No tiene las herramientas para eliminar, disminuir o tolerar su malestar.
Si los padres o las demás personas le dan siempre lo que pide y en el momento en que lo hace, no aprende a "aguantar" la molestia que le provoca la espera o la negación de sus deseos.
Al llegar a la edad adulta, sigue sintiéndose mal ante cualquier límite o ante la necesidad de posponer una satisfacción.
Siente que necesita eliminar inmediatamente dicho malestar.
¿Cómo?
Haciendo lo más fácil o lo primero que se le ocurra, con tal de ponerle fin a su molestia o incomodidad.
Piensa sólo en el bienestar a muy corto plazo, sin tomar en cuenta los resultados a mediano y a largo plazo.
Piensa sólo en el bienestar a muy corto plazo, sin tomar en cuenta los resultados a mediano y a largo plazo.
La poca tolerancia a la frustración provoca
que, ante cualquier incomodidad, nos desmotivemos y abandonemos nuestras
metas y proyectos.
Que nuestros deseos pierdan importancia.
Esta falta de tolerancia está relacionada con las creencias que implican que mi vida debe de ser fácil, cómoda y placentera todo el tiempo.
Que es horrible e intolerable sufrir cualquier molestia que va más allá de cierto nivel de intensidad o de duración.
Creencias definitivamente erróneas, que nos impiden disfrutar de una gran parte de la vida.
Siempre podemos aprender a ser más tolerantes ante la frustración.
Porque la frustración es parte de la vida y es inevitable.
Para ello necesitamos tener paciencia.
La paciencia no tiene nada que ver con la necesidad y tiempos de espera, sino con la fortaleza para enfrentar el dolor sin perturbarnos emocionalmente.
Que nuestros deseos pierdan importancia.
Esta falta de tolerancia está relacionada con las creencias que implican que mi vida debe de ser fácil, cómoda y placentera todo el tiempo.
Que es horrible e intolerable sufrir cualquier molestia que va más allá de cierto nivel de intensidad o de duración.
Creencias definitivamente erróneas, que nos impiden disfrutar de una gran parte de la vida.
Siempre podemos aprender a ser más tolerantes ante la frustración.
Porque la frustración es parte de la vida y es inevitable.
Para ello necesitamos tener paciencia.
La paciencia no tiene nada que ver con la necesidad y tiempos de espera, sino con la fortaleza para enfrentar el dolor sin perturbarnos emocionalmente.
Recuerda que el mundo no gira alrededor de nuestros gustos o deseos y que no pasa nada terrible cuando no obtenemos lo que queremos.
Siempre hay algo que podemos hacer al respecto, en lugar de enojarnos o quejarnos.
Repítete esto constantemente.
Piensa en todas las cosas que has perdido o dejado de obtener por tu poca tolerancia a la frustración.
¿Vale la pena la comodidad inmediata y momentánea, a cambio de todo eso que podrías tener?
No olvides que hay épocas buenas y épocas difíciles o dolorosas y que sí tenemos la capacidad de tolerar o soportar algo, sin alterarnos demasiado.
El malestar y el sufrimiento son desagradables, pero no nos destruyen.
Si aprendemos de ellos, nos fortalecemos y desarrollamos.
Obtenemos nuevas herramientas para lograr nuestro bienestar.
Nuestra vida y nuestra felicidad no dependen de aquello que deseo y no obtengo de inmediato.
Hay mucho más allá, si lo sabemos buscar.
Incluso el dolor intenso, lo podemos soportar y es pasajero.
A menos que nosotros, con nuestra actitud y forma de pensar, lo hagamos permanente.
Busca que ideas y creencias equivocadas pueden estar provocándote la baja tolerancia a la frustración.
Por ejemplo:
"Esto no debería ser así", "es demasiado", "no lo soporto", ¿por qué los demás si y yo no?, etc.
Aprende a cambiar estas creencias equivocadas que sólo aumentan el dolor o molestia que estás viviendo.
Nosotros elegimos el tipo de pensamientos que queremos tener.
Checa con la gente cercana a ti si tu reacción emocional ante lo que está sucediendo, es exagerada.
Si es así, trata de ver las cosas desde otra perspectiva.
¿Cómo las vería y que haría alguna de las personas a las que admiras?
Enfócate en buscar una solución adecuada y no en el malestar que sientes.
Analiza tu estilo de pensamiento
Practica.
Ante ciertas molestias o incomodidades, no busques de inmediato la solución.
Date cuenta de que no pasa nada si te sientes mal un rato.
La tolerancia se fortalece, como cualquier músculo, trabajándola y practicando.
Todos podemos aguantar el malestar.
¿Es incomodo?
Sí, pero no pasa nada si nos sentimos mal durante un periodo de tiempo. El malestar pasa y la recompensa puede ser enorme a largo plazo
Cuando hablamos de frustración, tenemos que referenciar a necesidad. Necesidad como carencia de… ese algo que queremos aspirar, pertenecer, ser. Ese faltante que nos falta por razones diversas.
En este interjuego se incluye la satisfacción, tomada desde el lugar de contradicción, es el polo opuesto a necesidad.
De la contradicción necesidad – satisfacción, surge frustración, como su nuevo existente opuesto.
Desde aquí entonces aparece la frustración y su relación con actitud, puesto que actitud – de acto – nos remite a las formas y modos de un hacer haciendo. Y en este hacer - haciendo, nos encontramos frente a la frustración. El sentirSE frustrado, que no es SER un frustrado. Hablamos del estar, puesto que estar es un estado del ser dentro de un proceso de aprendizaje. Mientras que el SER estamos afirmando SOS y el sos nos remite al estereotipio al no poder salir del estado de estar y por lo tanto se ES y no se ESTÁ. Traigo a colación este tema puesto que solemos decir “SOS UN… “ en lugar de decir “ESTAS ….” La afirmación de un SOS es de por sí un mandato de fracaso. Que insisto no es lo mismo que un estar atravesando un momento de por ejemplo pérdida., por lo cual esa persona estará transitando por un momento situacional de frustración pero no de fracaso.
Entonces a niveles de actitud, decimos que el sujeto, debe poseer TOLERANCIA, el ser tolerante implica lograr una capacidad de ESPERA, de PACIENCIA, de CALMA.
Muchas veces en marketing decimos que es bueno perder para saber ganar, es esto, es el tolerar una derrota para luego ganar la batalla.
Como analogía siempre pongo el ejemplo de un arquero en un equipo de fútbol. Debo decir que no hay mejor práctica que la de ponerse a observar un equipo de fútbol para evaluar su desempeño como grupo.
El arquero es el que siente el estar solo. La soledad del arco, esa de la que es responsable él solo. Si un arquero no se trabaja en la actitud de tolerancia, es posible que su nivel de frustración obstaculice su propia carrera.
Y la frustración es un obstáculo de desempeño, que priva no solamente al sujeto que lo padece sino también al grupo – equipo al cual pertenece, obstaculizándolo en el logro de sus objetivos.
Es ahí donde aparecerán las INDIVIDUALIDADES, esas que en casos son oportunas que aparezcan, puesto que logra un avanzar dentro de ese estado obstaculizado.
La actitud de tolerancia a la frustración en un equipo de trabajo, es fundamental para un continuar más reflexivo, más complementario con otros miembros de ese equipo, ahí se ve la pertenencia, la pertinencia, los vínculos y la comunicación, todos estados evaluativos de conjuntos grupales.
No confundamos la tolerancia a la frustración con ser tolerantes al fracaso, si es así, si nos sentimos fracasados en lugar de frustrados nos estamos negando a un proceso de aprendizaje.
O bien existen otros problemas que pasan a ser un nuevo existente que deberá ser evaluado por un profesional de la salud.
Cómo ayudar a las personas inmaduras.
- Facilitar el conocimiento personal, liberarles de temores y dudas. Que se olviden del “qué dirán”. Que ejerciten su voluntad en pequeñas cosas. Que acepten su realidad positiva para potenciarla y la negativa para mejorarla.
- Que fomenten una sana autoestima personal. Que aprendan a ver lo positivo de los demás. Que olviden la heteroestima y que actúen cara a su conciencia y a Dios.
- Fomentar el desarrollo de objetivos superiores y enseñarles a ser felices con las cosas buenas y sencillas de la vida.
- Que procuren dominar sus afectos y sus estados de ánimo.
- Desarrollar aficiones gratificantes y enseñarles a saber “perder el tiempo” con los demás. Así evitarán esa “avaricia” del tiempo y el estar continuamente realizando actividades productivas.
- Aprender a relajarse. Es conveniente “ir despacio” por la vida para poder tranquilizarse por dentro.
- Dedicar el tiempo oportuno a descansar. Dormir las horas suficientes. Hacer algo de ejercicio físico, pasear por el campo. El cansancio físico despeja la mente.
Cómo educar para favorecer la madurez afectiva
Procurar valorar y aceptar a las personas, a los hijos, a los alumnos tal como son. Deben sentirse queridos.
- Procurar valorar y aceptar a las personas, a los hijos, a los alumnos tal como son. Deben sentirse queridos.
- Facilitar el autoconocimiento y ayudar a cada persona a plantearse metas asequibles y constantes.
- Potenciar el desarrollo de la fortaleza con acciones sencillas y constantes. Desde levantarse a la hora decidida hasta estudiar cada día, pasando por tener detalles con los demás o controlar el propio estado de ánimo. Hacer ver que lo que cuesta vale y que la mayor parte de las cosas cuestan esfuerzo, a pesar de que los medios de comunicación digan lo contrario.
- Potenciar el valor de la templanza frente al consumismo imperante. No es necesario tener de todo. La felicidad no está en “tener” sino en “ser”. Puede ayudar a adquirir este valor puede el administrar las propinas, ahorrar, cuidar las cosas que uno tiene para que duren y no crearse necesidades.
- Autoestima y autoaceptación.
- Desarrollo de la fortaleza, de la templanza, del esfuerzo y de la propia voluntad.
- El autoconocimiento.
- La valoración y la solidaridad con los demás.
- Conjugar la libertad y la responsabilidad.
- Fijarse metas de desarrollo personal y acometerlas.
TOLERANCIA A LA FRUSTRACION.
En
nuestra practica clínica cotidiana muchas veces y en distintas
circunstancias utilizamos las palabras tolerancia a la frustración,
haciendo referencia a si un sujeto la posee y en que medida, o no por
ser muy baja.
La idea del material de hoy es reflexionar sobre este concepto.
Este
concepto que significa una idea, pero que involucra en realidad dos
palabras con conceptos diferentes a saber: “tolerancia”, “frustración”
nos lleva por caminos diferentes si las tomamos por separado o si las
juntamos.
Así
tolerancia remite a un determinado umbral de respuesta y reacción
frente a... De este modo las personas pueden ser más o menos tolerantes
según su personalidad, su emotividad, sus circunstancias... por otro
lado la palabra frustración tiene connotaciones de mucho peso
psicológico.
Desde
el psicoanálisis la frustración es una condición particular en la que
un sujeto ve rehusada o se rehusa a la satisfacción de una demanda
pulsional (necesidades vitales primarias, biológicas, sexuales,
motrices, de seguridad, de contención).
Es también una
condición del organismo y la psique sometido a la ausencia o presencia
de un estimulo agradable (pensemos por ej. En un bebe como llora cuando
su mamá sale de su campo visual, o cuando se aleja de él). Para Freud se
produce la frustración cuando un objeto externo susceptible de producir
satisfacción esta ausente.
Podemos en otros términos decir que La frustración es:
1) una situación en la que una expectativa, un deseo, un proyecto o una ilusión no se cumple.
2) la vivencia emocional ante una situación en la que un deseo, un proyecto, una ilusión o una necesidad no se satisface o no se cumple.
Así
cuando un deseo o una ilusión no se cumple, a causa de la frustración,
el sujeto puede reaccionar por el camino del enfado, la agresividad o en
forma mas extrema la violencia, o bien generar desde un estado de
contención e inhibición es decir no reacción, sentimientos de tristeza,
pesimismo, temor que con el tiempo se va relacionar con otro concepto,
la desmotivación.
Así
toda frustración provenga de una fuente externa o interna involucra una
situación especifica y una vivencia. Por ende esto nos lleva a entender
que ante las frustraciones hay varias reacciones diferentes, podríamos decir tantas como personas.
Por
ello la pregunta que se persigue con bastante atención en un
psicodiagnóstico mas allá de su aplicación, es en que medida un sujeto
puede tolerar y responder de una forma adaptativa a la frustración de un
deseo, necesidad, proyecto, así situándonos en el plano clínico es
importante tener esta información para saber en que forma puede aceptar y
asimilar un paciente una interpretación a alguna repetición suya, es
posible que soporte esclarecer, hacer consciente algún contenido
reprimido que está tras su sintomatologia, y en este sentido lo es
porque si su tolerancia no es buena puede abandonar su terapia.
También
es importante destacar que más allá de los niveles de tolerancia a la
frustración que pueda tener un sujeto. Hay un nivel de tolerancia a la
frustración que está como de base según la estructura psicológica y
psicopatológica del sujeto. Así en estructuras psicóticas y narcisistas
la tolerancia es menor, porque también el Yo esta desorganizado o en el
último caso el Yo y su nivel de fortaleza es más débil, por ende
naturalmente no tengan un nivel de tolerancia mínimamente normal.
En
las Neurosis estará en función de la fortaleza Yoica y de la intensidad
de la frustración. Pero en general hay una base importante de
tolerancia en mayor o menor medida.
Lo importante es destacar que cuando nos referimos a la frustración no siempre debemos tomarla en el sentido que
exista una carencia o faltante en lo real, es decir concreto, sino
también habrá frustración cuando por alguna razón subjetiva un sujeto no
pueda aún cuando no haya obstáculos para ello permitirse satisfacer su
deseo. En este último caso habría que indagar los núcleos internos que
al sujeto le generan este conflicto.
Que es entonces la tolerancia a la frustración tomando ahora ambos términos en forma integrada:
Si
lo vemos de esta manera, es interesante esta unión que es toda una
contradicción, y por ende es en si misma todo un trabajo de elaboración,
así la tolerancia que más allá de sobre que objeto se aplique tiene una
significación positiva, en el sentido que implica en algún grado
tolerar, respetar, entender soportar con paciencia a algo (situación) o
alguien, por otra parte frustración que tiene una valencia negativa en
el sentido de que toda frustración representa en quien la vivencia un
estado de insatisfacción, fracaso, contrariedad.
Así luego de este rodeo terminológico nos acercamos finalmente a definir el concepto de Tolerancia a la frustración.
Cuando decimos que una persona tiene tolerancia a la frustración, internamente lo que tiene es un grado de fortaleza yoica y cierto equilibrio interior que le permite continuar amando y trabajando (en términos freudianos), frente a, o a pesar de la frustración.
Así cuando decimos que un sujeto tiene Baja tolerancia a la frustración,
decimos en otras palabras que se trata de una que para ella es bastante
una situación mínima o pequeña para que se asuste, se enoje y se
muestre hostil, o se ponga triste, o se desmotive en su hacer. Denota que en algún punto al sujeto le falta algo y en consecuencia de esta falta, la emoción de cólera, de miedo o de tristeza se produce al mínimo estímulo.
Cuando una persona tiene un nivel alto de tolerancia a la frustración o frustraciones con las que se enfrente a lo largo de su vida, implica que puede en alguna medida utilizar recursos de su yo para
aceptar el hecho o evento interno o externo manteniendo una posición
valorizante de si mismo y activa en relación con las circunstancias del
entorno. De esta manera necesitara de una frustración muy alta para que
se muestre o descargue agresividad hacia fuera o hacia adentro
(autoagresión), se asuste o se deprima o bien deje de amar, trabajar,
construir y abandonar su meta, o el camino que se ha trazado.
Toda frustración, no solo como situación sino como vivencia, es desagradable pero no es en sí misma debe convertirse en patológica.
Así la madurez implica un sutil equilibrio como los platillos de una
balanza entre la frecuencia de las experiencias de gratificación y de
frustración.
Freud
decía que de ese equilibrio dependía en parte la posibilidad de
desarrollo y crecimiento posterior del sujeto, ya que si todo fuese
gratificación estaríamos bajo la regencia del principio de placer y si
esto ocurriese el principio de realidad no tendría cabida y por
consecuencia las relaciones entre las personas en una sociedad no serian
posibles pues no habría adaptabilidad que requiere una cuota de
satisfacción personal y otra de renuncia o postergación. Por otro lado
vivir en frustración permanente nos llevaría al otro extremo, a la
regencia de un principio de realidad muy crudo que detendría el deseo
humano de construir, superarse y crecer pues aplastaría al sujeto.
¿Qué queda del amor cuando la idealización, la negación de la
verdad, la dominación y el control, los sentimientos de culpa y el
fingimiento son los componentes de un vínculo que nos obliga a funcionar
con una máscara y sin una verdadera comunión?
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Uno de los mayores sufrimientos en nuestra manera de relacionarnos son las serias dificultades en la comunicación. El crecimiento emocional y la madurez afectiva son la base de las relaciones sanas y de una sociedad madura. En la verdadera comunión anida el cambio más potente.
En nuestra sociedad contemporánea, el ser humano se ve cada vez más
privado del reconocimiento esencial que implica la confirmación
afectiva de su existencia” (Frans Veldman).
La vida afectiva humana, con sus interacciones, relaciones y su
problemática intrínseca, es la trama que sostiene al mundo en todas sus
esferas, tanto privadas como públicas. Sin embargo, las potencialidades
afectivas son frecuentemente asfixiadas, subestimadas, descuidadas,
cuando no ignoradas. Madurar y crecer son, antes que nada, tareas
individuales, y su reflejo más fiel se proyecta en el espejo de la
sociedad.
No se puede evolucionar y crecer como ser humano íntegro sin
desarrollar y madurar emocionalmente. No hay sociedad madura sin
individuos íntegros. La inmadurez política, social y educativa que rige
nuestra cultura es expresión de la inmadurez emocional de los individuos
que la integran; bajo la apariencia de adultos, la gran mayoría son
seres que evolutivamente apenas superan la temprana niñez o pubertad
(1).
Desarrollar el núcleo más íntimo de nuestro ser, desplegar la
propia identidad como la capacidad de formar y mantener relaciones,
constituyen las propiedades más importantes de todo ser humano.
Identidad y alteridad son las dos caras de una dimensión primaria
de la existencia humana. Si un ser se transforma verdaderamente en
adulto, si la persona alcanza cierta libertad, es también libre en sus
comportamientos y esto implica una fluidez de roles y responsabilidades
en las relaciones interpersonales. La capacidad de amar profundamente y
establecer auténticas relaciones humanas es esencial.
También somos capaces de crear distintos tipos de relaciones y
éstas adquieren muchas formas: relaciones superficiales y sin un
verdadero contacto, patrones adictivos en los vínculos que bloquean la
individualidad o distorsiones y perturbaciones en la comunicación.
Pero lo más importante pasa inadvertido: psicológicamente, seguimos
prolongando la temprana dependencia emocional de la infancia, y con ese
trasfondo psíquico encaramos el mundo y la vida misma. Vivir es
complejo, pero gran parte de lo penoso y de lo conflictivo es
consecuencia directa del estado de inmadurez psicológica en que nos
hallamos y que ni siquiera es advertida como tal.
LOS TIEMPOS DE LA VIDA
Si el destino natural de todo ser humano es crecer y madurar: ¿por
qué se torna tan difícil alcanzar una verdadera madurez afectiva? Muchos
ni siquiera se lo plantean; viven tan ocupados por alcanzar estas
meramente externas como el éxito, el poder, el dinero y el
reconocimiento que nunca logran relacionar sus ansias y sus angustias
profundas con la falta de crecimiento afectivo y espiritual. Y muchos
otros atesoran el anhelo de madurar y evolucionar, pero son tantos los
escollos que encuentran que, confundidos, frustrados o resignados,
claudican en la búsqueda interior o bien consumen fórmulas mágicas y
ajenas que, inevitablemente, alejan y desvían del propio camino vital.
La vida es un drama formativo; drama entendido como el desarrollo
de experiencias vitales y simbólicas que señalan el pasaje de una etapa a
otra de mayor madurez, de integración y autoformación.
“Los jóvenes saben que, para honrar la vida que les han dado sus
padres, deben dejar al padre y a la madre, ir al encuentro de la
sociedad y, lejos del hogar paterno, asumir su feminidad o su virilidad”
(Françoise Dolto).
El camino de la madurez es un proceso de diferenciación e
individuación psicológica; para crecer y madurar como verdaderos seres
libres e íntegros es necesario separarse emocionalmente de los padres.
Ningún ser humano puede ser atributo, objeto o complemento sometido a la
dependencia de otro.
Cuántos hijos están cerrados a su propio deseo y vitalidad por
padres que los agobian con solicitud abusiva y mandatos esclerotizantes
(2). El mayor don que pueden brindar los padres —verdaderos o
sustitutos— a los hijos es separarse y diferenciarse de ellos — “cortar
el cordón umbilical”— para que puedan acceder a su propia identidad, a
un desarrollo emocional individual.
No sólo los hijos deben “dejar al padre y a la madre”, sobre todo,
son los padres quienes deben dejar ir a los hijos. Algunos padres —muy
pocos— permiten el crecimiento y la apertura a la vida, pero la gran
mayoría, debido a estructuras familiares rígidas y a carencias
emocionales propias, frenan el proceso natural de separación y
diferenciación que todo crecimiento conlleva.
De este modo, se crece en la tensión y la culpa y, sin saberlo,
bajo un estrés crónico que será la base de muchas relaciones emocionales
perturbadoras. La mayoría de las personas siguen siendo
psicológicamente hijos –“los hijos de la infancia”– y la mayoría de los
padres continúan ejerciendo el rol de “padres de la infancia”. Así, la
relación entre padres e hijos permanece anclada en los primeros años
infantiles o, en el mejor de los casos, adolescentes (3).
La inmadurez de la relación entre padres e hijos sigue vigente a lo
largo de la vida —por esto sigue siendo una relación conflictiva— y se
proyecta en todas las áreas del mundo adulto. En gran parte de la
sociedad los roles que deberían ejercer adultos cabales están en manos
de “niños dependientes” o “adolescentes desbordados” emocionalmente
—aunque en apariencia posean atributos de poder y autoridad—. ¿Queremos
realmente madurar? Desde el punto de vista físico, no tenemos otra
opción, pero en lo que atañe a lo psicológico y espiritual, podemos
decidir detenernos, no atravesar el próximo portal y, aunque
aparentemente avanzamos, en un nivel más profundo hemos dicho “no”.
Cada etapa concluida es el fundamento de la siguiente. Confiar en
los tiempos de la vida y sus oportunidades para crecer y madurar nos
otorga la seguridad básica y fundamental para vivir.
¿Cuándo nos convertimos en adultos? Cuando encontramos en nosotros
nuestra verdadera fuente de vida y creatividad; cuando llegamos a ser
nuestra propia madre, nuestro propio padre y, por lo tanto, nuestro
propio hijo. Si somos suficientemente libres, autónomos y fuertes,
aprendemos a relacionarnos de un modo más sano y maduro, sin crear
funestas dependencias y ataduras.
LO MEJOR QUE SE TIENE (*)
No somos conscientes de todo lo que significa la prolongación
emocional de nuestra infancia. Las mayores dificultades en los vínculos
se hallan ancladas en el mundo de las vivencias infantiles; vivencias
dolorosas no superadas y que se recrean en los estados emocionales
incomprensibles en la vida cotidiana de un adulto. ¿Qué es una neurosis?
El conflicto infantil básico que subsiste y es transformado en un
sufrimiento crónico junto a actitudes repetitivas ante los nuevos
desafíos vitales. Los conflictos y traumas de nuestra historia personal
que no han sido superados, vuelven a expresarse bajo una repetición
implacable, cada vez más compulsivamente. Desentrañar la mezcla de
pasado y presente es el verdadero trabajo de la madurez (4). Una persona
madura, afectiva y espiritualmente, vive en el presente.
Siempre que se entra en contacto con el otro, uno se encuentra a sí
mismo en él, y éste se convierte en nuestro espejo. En el espejo de
nuestras relaciones es donde más aprendemos acerca de nosotros.
“Cada uno quiere salvar su alma, sus cosas, cuando lo que tenemos
es el otro. Y el otro es nuestro espejo humanizante” (Gerard Mendel).
Todos somos seres de relación y nuestro anhelo más profundo es
comunicarnos. Las comunicaciones son lo que uno comparte y en cada uno
existe un fuerte impulso a comunicar nuestras experiencias. La
comunicación es una situación de interacción y de mutua respuesta;
condiciones esenciales para que se desarrolle un placer recíproco entre
quienes se comunican.
La capacidad de hablar es una de las cualidades fundamentales del
ser humano. Pero hay mucha “charla hueca” para ganar afecto y nuestra
manera de comunicarnos tiene más que ver con un proceso de aturdimiento
mutuo que de escucha y profunda percepción. Cuando las personas se ven
entre sí claramente, se alienta la profundización del ser.
Psicológicamente, aprender a hablar es aprender a dar voz a los
propios sentimientos y necesidades, y al infinito universo que
albergamos dentro. Tragarse los sentimientos y permanecer en un silencio
forzado es retener interiormente la espontaneidad vital y entumecer el
alma.
Hay muchas maneras de evitar el contacto pleno con lo profundo y
auténtico de uno mismo, lo cual impide tener un corazón abierto para
entrar en contacto con el otro. Todos nos defendemos por miedo. Por
miedo hay quienes congelan y bloquean su afectividad; otros viven en una
explosión irruptiva e indiscriminada de sus emociones —pánico dirigido
hacia afuera—; y están los que viven sumergidos en una implosión de
sentimientos, cerrando el contacto exterior a fin de preservar su mundo
interno —pánico dirigido hacia adentro—.
Hay quienes introyectan y aceptan las opiniones de los otros sin
ningún discernimiento y sin prestar atención a lo que ellos mismos
sienten; y hay quienes viven proyectando, atribuyendo a los otros
características que no están dispuestos a reconocer en ellos mismos,
proliferando culpas y acusaciones.
¿Cómo podemos amarnos cuando tantas veces nos detestamos y
proyectamos en los demás lo que detestamos? Mirar afuera y verse dentro,
la actitud de enfrentar claramente a los otros y a uno mismo es la
cualidad más preciada de la madurez. Lo mejor que se tiene no son las
virtudes adquiridas ni los logros alcanzados; en el verdadero contacto
con uno mismo y con los otros —no hay anhelo más profundo— se da un
estremecimiento de autenticidad y un relámpago de reconocimiento de la
vida con sus dones.
EL MISTERIO DE DAR (**)
“La mayoría de las personas viven en un desierto emocional y no lo
saben o viven sin profundidad, pasando por alto la verdadera vida. Y el
amor en vez de darse, se exige” (Clarice Lispector).
¿Qué queda del amor cuando la idealización, la negación de la
verdad, la dominación y el control, los sentimientos de culpa y el
fingimiento son los componentes de un vínculo que nos obliga a funcionar
con una máscara y sin una verdadera comunión? Esta relación
distorsionada y enmascarada es la que se entiende universalmente como
“amor”. El amor por obligación no es amor; cuando en una comunicación
auténtica se aspira a reconocer, admitir y compartir sin miedo lo que se
es y se siente, uno se desprende de todo lo que es mentira e
hipocresía. En toda relación siempre hay un intercambio, hay algo que se
toma a cambio de algo que se da. El misterio de dar no se puede
escindir del don de recibir. Irradiar sin empobrecerse es algo de lo que
sólo son capaces quienes poseen un corazón libre y abierto.
Los sentimientos son importantes, pero más importante es que no se vuelvan en tu contra. Es bueno contar con otra persona para andar por esta vida, pero hay otras cosas también importantes, ya que tu sigues teniendo tu vida independientemente de que la compartas con alguien. Lo que no puedes es permitir depender psicológicamente de una persona para ser feliz. La felicidad te la has de proporcionar tu independientemente de con quien estes.
Eso de entregarse por completo suena muy bonito pero es una tontería. Hay que entregarse en el sentido de estar con una persona de una forma coherente, con respeto y confiando en esa persona hasta un límite que es lo que se dice, "límite de precaución", que no significa que no puedas confiar plenamente en esa persona, pero sí has de tener en cuenta que es muy difícil conocer a una persona, auque creas que la conoces, y nunca se sabe lo que puede pasar, y hay cosas que uno siempre ha de guardarse para sí, porque simplemente forman parte de nuestra vida, y sólo y exclusivamente es material reservado, y además, la persona que nos quiere ha de respetar esa parcela privada que la excluye si verdaderamente nos quiere y nos respeta.
Por eso siempre hay que tener muy claro, que el tener una pareja no significa que nuestra vida se mezcla con la suya y nos hemos de entregar hasta que la mezcla esté consolidada, eso es un gravísimo error y además demuestra falta de madurez. Estar juntos no significa estar revueltos, y la vida es de uno, única e intransferible, y el verdadero amor respeta eso.
"el amor es bueno, es comparti y todas las cursilerías que conocemos, sin embargo, tú te refieres a una enfermedad llamada codependencia, esto es, como alguien ya lo mencionó, una dependencia tal de la otra persona que no te permites nada para tí, como no salir porque puede llamarte o porque no quiere que salgas, no hablarle a tal o cual persona sólo porque no le parece, no entrar a una escuela porque no le gusta o incluso que no trabajes. Evidentemente no es bueno depender de una persona porque te limitas a tí misma, sin embargo, esto no tiene nada que ver con sentimientos, entiende que eres un individuo aparte y no puedes sujetarte exclusivamente a sus ideas o deseos, si no lo haces, puede degenerar tu relación hacia la autodestrucción y de esas historias hay muchas."
"te gustaría estar con alguien que no tiene vida propia? que depende de tí hasta para saber que helado pedir, que si tú te alejas no hace más que deprimirse? o prefieres estar con alguien que tiene muchos amigos, una entereza a prueba de balas, que sabe pasarla bien contigo y hacerte parte de su mundo en vez de que tú seas todo su mundo. Antes yo me enamoraba hasta las orejas y siempre me dejaban, ahora trato de mantener mi mundo, mi espacio y respetar el de mi pareja y como por arte de magia las cosas funcionan super bien, y no es que no la quiera porque me muero por ella sino que disfruto un amor con el cual crecer y no asfixiarme o asfixiarla a ella."
"El amor no es depender de alguien, el hecho de que te entregues completamente no quiere decir que dejes de ser tu misma, de hacer tus cosas , tener amigos creo que el amor se acerca mas a compartir y no a la co dependencia que creo que es de lo que hablas, es verdad que existe la necesidad de estar con la persona en cuestión , pero no significa que tu vida se acaba si no esta. Tu vida continua, si es con el mejor, pero si no , no es el fin."
"En mi experiencia puedo decirte que es como dice el dicho para ell@s ni todo el amor ni todo el dinero. Yo duré 4 años con mi pareja, dejé que él fuera mi mundo, mi todo, siempre lo respeté, es decir me entregue completamente. Ahora que ya no estoy con él siento que la vida se me va, que me cuesta respirar, Es cierto en su momento fue una linda experiencia pero ahora me está costando dejar de pensar en él.
Debes amar, pero nunca dejar de lado tu independencia, siempre dale a cada quien y cada cosa su lugar. Pero eso si, siempre debes hacerles sentir que los amas."
"Amar es entrega, pero es la entrega del corazón con la cabeza. Me explico:
Si los que te observan te recomiendan no depender sentimentalmente de tu
pareja es porque ven que te olvidas de ti misma cuando estas con
alguien. Quien ama ha de pensar:"soy quien soy ,y todo lo que tengo y
lo que soy es bueno y te lo doy porque quiero, y porque te quiero". El
problema viene cuando tu eres lo que los actos o las palabras de tu
pareja reflejan; cuando te ves en sus ojos. Quizas para algunos amar sea
eso: verse reflejado en otro. Puede ser. Pero siempre y cuando no
dependas de ese reflejo.
No se trata de dar todo ,o no dar nada. Simplemente hay que dar nada más y nada menos que lo que tu quieres y lo que la otra persona se merece.Y simpre teniendote en cuenta a ti. El amor es lo más grande que uno puede encontrar en la vida, pero no se puede descuidar por ello el verdadero amor, el incondicional e indispensable: el propio"
No se trata de dar todo ,o no dar nada. Simplemente hay que dar nada más y nada menos que lo que tu quieres y lo que la otra persona se merece.Y simpre teniendote en cuenta a ti. El amor es lo más grande que uno puede encontrar en la vida, pero no se puede descuidar por ello el verdadero amor, el incondicional e indispensable: el propio"
Muy lindo lo que escribiste, me hizo pensar en muchas cosas... y que el camino a la verdadera madurez es largo y uno siempre tiene detalles que corregir.
ResponderEliminarMuchas gracias!!! Que alegria que te haya gustado =) Siempre hay para pulir y corregir ^^ cada dia maduramos y aprendemos un poco mas!
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