Solos Y Acompañados

Cuántas veces nos ha pasado eso de sentirnos solos a pesar de estar rodeado de gente? Cuántas veces hemos sonreído y dicho “estoy bien” con una sonrisa, cuando por dentro gritábamos para que alguien nos diera un abrazo y nos diga: “se que no lo estás”?

Al mundo venimos solos, y solos nos iremos. Una de las tantas frases que andan dando vueltas por ahí. Hasta nuestra sombra nos abandona en nuestras horas más oscuras. Ahí tenés otra.

Y es cierto… Triste pero cierto. Es en las peores situaciones cuando debemos encontrar lo mejor de nosotros mismos, cuando tenemos que decir “basta” y forzar el cambio que necesitamos para salir nuevamente a flote, para resurgir como el ave fénix de sus cenizas…

Pero que sea cierto, no lo hace menos doloroso.

Porque hay diferencia entre hacer el camino solo, o hacerlo acompañado de alguien que realmente nos entienda y nos acompañe.

Hay cosas que no tienen solución, cosas inevitables. No es lo mismo pasar los últimos días de una enfermedad terminal, sólo en un hospital, que acompañado de alguien que te sostenga la mano. 

Si, esa persona no cambiará el hecho de que la muerte nos alcance… Pero como escriben por ahí, no importa el destino, sino el trayecto.

Porque la necesidad de afrontar nuestros más profundos problemas solos, no quita que nos sintamos mejor sabiendo que cerca nuestro hay alguien que realmente se preocupa por nuestra felicidad.

Un amigo, una pareja, un familiar… 

Vivimos en un mundo en el que el “que tal estás?” es sólo un saludo más. No una declaración de intenciones.

Vivimos en un mundo que no esta aún preparado para muchos de nosotros…